Imagen cogida de la red
CLĂTINARE
Deseori clătinarea
vocalelor a fost ca o furtună,
hostia germinală a timpului, spicul înnebunit
după piatră, floarea ce a reținut mirosul.
(Deodată, cred, dincolo de
noțiuni, că vorbele
ne spun totul: Góngora sau
Quevedo, masca ferestrelor,
mucul aruncat în mierea
cofetăriilor;
pe suprafața acoperișului, la
frontiera cu iarna,
picături de aer încolăcite de
curcubeu, splendoarea scuturând
frunzișul. Deodată, noaptea,
samarele,
taburetele rocii, de
asemenea, au noțiuni de vânt,
murmurul ciocanelor în piept. Așa
e vântul,
un vizitator ciudat, mimesis de
pâlnii,
scară pulsantă în glabelă. Văl de
sfârc peste carte.)
Dintotdeauna descâlcește iuta
orizontului, spală atingerea
de fermenți. E, apoi,
un alt fel de noțiune precum
incandescența realității
după oglinzi, pasiunea
necontrolată de suburbii,
râul de lapte al memoriei rupând
digul amintirilor
și anumite răutăți ce împregnează
cuvintele.
Barataria, 15.X.2013,
din cartea POST-SCRIPTUM
Poema traducido al rumano por Elisabeta Botan
CABECEO
A menudo ha sido ventarrón el
cabeceo de vocales,
la hostia germinal del tiempo, la espiga desvivida
sobre la piedra, la flor que retuvo el olfato.
(De pronto, creo, más allá de las nociones, que las palabras
nos dicen todo: Góngora o Quevedo, el antifaz de las ventanas,
la colilla desecha en la miel de las confiterías;
en la superficie del techo, la fontanería del invierno,
gotas de aire enroscadas en el arco iris, el esplendor sacudiendo
la hojarasca. De pronto, también, la noche, las albardas,
el taburete de la roca, tienen noción de viento,
murmullo de martillos en el pecho. El viento es así,
un visitante extraño, mímesis de embudos,
escalera pulsante en el entrecejo. Velo el pezón sobre el libro.)
Desde siempre desenreda el yute del horizonte, limpia el tacto
de fermentos. Hay, luego,
otro tipo de nociones como la incandescencia de la realidad
sobre espejos, la pasión incontrolada por los suburbios,
el río de leche de la memoria rompiendo el dique de los recuerdos
y ciertas malezas que empañan las palabras.
la hostia germinal del tiempo, la espiga desvivida
sobre la piedra, la flor que retuvo el olfato.
(De pronto, creo, más allá de las nociones, que las palabras
nos dicen todo: Góngora o Quevedo, el antifaz de las ventanas,
la colilla desecha en la miel de las confiterías;
en la superficie del techo, la fontanería del invierno,
gotas de aire enroscadas en el arco iris, el esplendor sacudiendo
la hojarasca. De pronto, también, la noche, las albardas,
el taburete de la roca, tienen noción de viento,
murmullo de martillos en el pecho. El viento es así,
un visitante extraño, mímesis de embudos,
escalera pulsante en el entrecejo. Velo el pezón sobre el libro.)
Desde siempre desenreda el yute del horizonte, limpia el tacto
de fermentos. Hay, luego,
otro tipo de nociones como la incandescencia de la realidad
sobre espejos, la pasión incontrolada por los suburbios,
el río de leche de la memoria rompiendo el dique de los recuerdos
y ciertas malezas que empañan las palabras.
Barataria, 15.X.2013, del libro
POST SCRIPTUM
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